27, calle Saint Ferdinand.
Máquinas del tiempo
Con los meses
comprendí que aquel libro de historias y hazañas en el que ambos trabajábamos
sólo podía cerrarse con la muerte de Miguel Ángel Asturias en Madrid; pero repentinamente
pasábamos más tiempo con el té, las uvas y el queso, y Blanca prefería hablar
de todo salvo del último capítulo. Una tarde, mientras afuera nevaba yo me quedé
a solas en el escritorio de la biblioteca. No había pasado mucho cuando vi que
en una copia de la última novela inconclusa de Asturias, el error de una tecla
defectuosa aparecía en todas las páginas. El mismo error que desfilaba también
en el texto de las ‘Memorias de
Blanca’ que yo escribía. Sólo entonces me di cuenta de haber estado
trabajando durante todos esos meses con la máquina de Miguel Ángel Asturias.
Blanca desapareció un
día sin decirme adiós, y sus memorias quedaron como esa sinfonía de Schubert a
la que siempre faltó una cadencia. Más tarde supe que se había ido a Rusia, y
luego que vivía en Mallorca. Aquellos relatos y tardes con nieve y vino
quedaron desperdigados entre ambos sin que alguien pudiera cerrar el círculo
del último capítulo. Por mi parte,
llegué a preguntarme si Miguel Ángel Asturias no anduvo de verdad entre sus
libros como ella siempre lo creyó. Y bueno, después de que todo desapareciera
por fin un día de la plaza Saint Ferdinand, yo tampoco volví a ver, y menos a
escribir con su vieja Remington. Hoy leo mucho, me enamoro, emigro según las
estaciones, y escribo lo que puedo.(Publicado en el diario Siglo XXI de Guatemala en 2005)
Miguel Angel Asturias nació el 19 de octubre de 1899.
Obtuvo el Premio Nobel de Literatura el 19 de octubre de 1967.
Su viuda, Sra. Blanca Mora y Araujo de Asturias murió un 19 de octubre con más de 100 años de edad.
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