Fotos y reportaje
Marlon Meza Teni
Gaby Moreno volvió a París el 18 de octubre recién pasado con su
música y algunos covers en su gira Europea 2014. Pese a haberse
presentado en festivales y otras ciudades de Europa, la artista no
había vuelto a París desde el inolvidable concierto con Hugh Laurie y la
Copper Bottom Band, con quienes recién obtuvo el premio Lunas del
Auditorio en la categoría Jazz y Blues de la ciudad de México.
Esta vez fue un día de otoño curiosamente soleado y la noche de su
concierto era perfecta para presentarse en el Triton, un club de jazz
acogedor en las afueras cercanas de París que ha sabido ganarse su
reputación. La vi brevemente mientras cenaba con sus músicos. “Te traje
un regalo”, me dijo…Y yo, sorprendido, abrí bien los ojos.
El concierto empezó puntual, con la canción Ave que emigra, un tema al estilo country con el que Gaby se presenta y deja muy claro que viene
de Guatemala y que a “su Guate la lleva siempre consigo…”. Siguieron
sus versiones de Quizás, quizás, quizás, y su irresistible Amapola. Y
así fue pasando la velada, en la cual la artista se impuso y sedujo con
su música entregándose de lleno, cantando al ritmo del soul, swing y
folk, y narrando siempre con su guitarra historias repletas de vida y de
poesía. Una voz siempre perfecta y de tesitura amplia, profunda,
desbordando matices y emoción. Utilizando ese timbre único que la
distingue y gracias al cual lleva al blues por registros poco comunes.
Sus baladas cautivaron como siempre, porque ella posee la gracia y el
arte de saber cómo expresar la belleza. Ninguna melodía o ritmo, por
curioso o retro que pareciera, dejó a nadie indiferente. Buena parte de
sus canciones fueron las de sus discos Illustrated songs y Postales,
pero también ofreció algunos temas de un disco en preparación. Al final
del concierto estuvimos conversando un poco de todo, de sus viajes y de
la felicidad que le produce recorrer el mundo de punta a punta a pesar
de los cambios de horario. De París se iba a Alemania, luego a Finlandia
y luego volvería por dos conciertos al sur de Francia para volar de
nuevo a los Ángeles, y estar al día siguiente en México y presentarse en
los premios Fénix que se otorgan al cine iberoamericano.
— Son canciones de Navidad que grabé— me dijo —el disco aún no ha salido, pero te traje un ejemplar.
Y yo pensé que era un gesto muy atento de su parte darme un regalo de
Navidad en octubre. Días después volvimos a tener una plática sobre
todas estas cosas y sobre su nuevo material de fin de año…
—Gracias, de nuevo, por el regalo, Gaby— le dije —, es un disco
magnífico, con muchos riesgos, pero lograste como siempre mucha emoción
sin perder nada de tu estilo…
—¿Escuchaste la Hidden Track?— me dijo—, esa está solo para los que tienen paciencia y escuchan el disco hasta el final.
—¿Cuál es? — le pregunté intrigado, porque no había contado las piezas al oírlas.
—No te lo voy a decir. Es una canción fantasma—, respondió entre risas.
(La canción fantasma o pista oculta es un juego de producción que a
veces se practica al grabar una pieza que no está anotada en la lista,
un tema escondido que se descubre al final, y que ahora no puedo
revelar).
—Mirá, Gaby, ¿y por qué estos temas de Navidad que se salen del
modelo de cantautora folk-blues que te conocemos, o de recrear a tu
manera con la poesía como con el poema Garrick, de Juan de Dios Peza?
—Tenía ganas de hacer un disco de Navidad, pero de música
tradicional; más que todo, de Latinoamérica. Yo canté en un coro de mi
iglesia desde los 12 años hasta que me fui de Guate y recuerdo que la
época de Navidad la esperaba con ansias porque me encantaba interpretar
estos temas. Y ahora los pude grabar a mi estilo.
—¿Creés en alguna religión?
—Crecí católica y es obvio, a esa edad no tienes criterio ni te
cuestionas de nada. Ahora me considero una persona espiritual, pero no
practico la religión. Creo en la religión del amor, de la música, en
fin, en los valores.
—Al escuchar tu disco percibo el lado solemne de un Negro-Spiritual,
algo que no te permitís en tus vaivenes con el blues y el gospel cuando
suben y bajan a voluntad sin preocuparte si van a despertar a Dios, o al
viejo feligrés que está en primera fila…
—¡Así es! El gospel, el soul y el blues han sido los géneros que más me han marcado…
—Mucha gente no conoce a las Songbirds. ¿Quiénes son esas tres
cantantes que hacen maravillas a capela y hasta pueden prescindir de un
escenario? Las vi divirtiéndose en la plataforma de un barco y es algo
mágico...
— (Risas) Pues a Danni y a Erica las conozco de hace mucho en Los
Ángeles, y un día, así de la nada, les pregunté si les gustaría cantar
conmigo una canción de las Boswell Sisters. Accedieron y la pasamos tan
bien cantando juntas que fue muy natural decidir formar el grupo. Claro,
es un proyecto paralelo, pero cada vez que coincidimos en Los Ángeles
tratamos de hacer algo. Ahora estamos por grabar en Australia, en donde
nos fue muy bien. Fuimos a dar cinco conciertos este año. Yo estaba de
gira con Hugh Laurie y Danni es australiana, así que se nos facilitó
buscar los espacios para dar conciertos. Tenemos planes de ir a Europa
también.
—¿Y para cuándo un disco de The Songbirds?
—Danni está por terminar su propio disco y ahora se muda a Nashville.
Yo estoy por entrar a grabar mi quinto disco. Como verás, estamos muy
ocupadas con lo nuestro y por eso es que vamos a grabar algo más corto
con solo cinco canciones. No hay tiempo para grabar todo un disco.
—¡Pero cinco canciones de este trío es ya una buena noticia! Me
recuerdan la música de la película francesa Las trillizas de
Belleville…
—¡Sí! Nos encanta esa película también.
—Sebastian Aymmans, Arthur Braitsch, Leslie Lowe, Tommy Baldu, Thomas
d’Arbigny, Clément Simounet, ¿qué te inspiran y qué cambian en tu
manera de cantar cuando no son unos sino los otros quienes te acompañan
durante las giras? ¿Modifican algo o solo son variantes que te ayudan a
descubrir una nueva forma de entrega musical? Puedo dar fe de que todos y
algunos más, son músicos excelentes.
—Concuerdo, todos son magníficos músicos y me siento muy agradecida y
afortunada de poder contar con el talento de todos y cada uno de ellos.
Pero con Sebastian, Leslie y Arthur tenemos una química muy especial.
Claro, de tantos años que hemos tocado juntos ya nos conocemos nuestras
mañas. Disfruto mucho cantar junto a nuevo músicos que vienen a suplir,
pero a la larga me siento más cómoda y en mi esencia cuando estoy con
los míos.
—¿Cuándo volvés de gira por Europa?
—Regreso en marzo de 2015. Y a París… muy pronto.
Posada. El álbum navideño de Gaby Moreno
Este disco espléndido con 13 temas (12, más una pista oculta) rompe con
el hábito melancólico de la música navideña tradicional. Este álbum de
Gaby Moreno es simple y llanamente una obra maestra de emoción. Un
intento bien alcanzado que pone de lado la forma convencional de abordar
los villancicos, y entonar los himnos de Navidad en una iglesia para
dar paso a una instrumentación cuidadosamente escrita y bien dosificada.
Su voz impecable suena acompañada de instrumentos de percusión,
guitarras y metales dispuestos con reserva. Y en ellos se funde la
artista en una confluencia de estilos. Estamos frente a un disco de
baladas y coros solemnes, y no obstante rítmicos y danzantes. El grupo
de músicos que la acompaña logra crear temas secundarios y genera
introducciones de manera perfecta gracias a ese aspecto tan peculiar de
maniobrar con los colores. Ambientan todos de esta manera un juego de
voces y de sonidos que van desde el western (Adeste Fideles, El niño del
tambor), el jazz manouche (Peces en el río), los swings lentos y
cuidadosamente disfrazados, hasta rozar con un bolero (Oh pueblecillo de
Belén), y surgen las guitarras y los bailes folclóricos
latinoamericanos (Hacia Belén va una burra rin rin), sin olvidar el
estilo retro con tintes de soul (Santa la noche) o una fusión de ritmos
populares centroamericanos y afrocubanos (Mi burrito sabanero) Esta vez
la artista guatemalteca nos ofrece una paleta de sensaciones rítmicas
que derivan de sus influencias latinas para luego llevarnos de la mano a
lo suyo: el blues, con el tradicional negro-spiritual Go Tell it on the
Mountain, y cerrar la lista con una de las versiones más intensas y
mejor grabadas hasta hoy de Have your self a Merry Little Christmas.
Posada, la nueva producción de Gaby Moreno, no sólo es el cruce entre los cantos tradicionales de fin de año y el arte de saber reciclar con la belleza, sino un crossover libre y sin despilfarros, con todos los ingredientes del jazz vocal. Una propuesta conmovedora y transparente desde un universo propio.
Posada, la nueva producción de Gaby Moreno, no sólo es el cruce entre los cantos tradicionales de fin de año y el arte de saber reciclar con la belleza, sino un crossover libre y sin despilfarros, con todos los ingredientes del jazz vocal. Una propuesta conmovedora y transparente desde un universo propio.
Artículo del 9 de noviembre de 2014.
Publicado en la revista Magacin
del cotidiano Siglo XXI de Guatemala.
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