Marlon Meza Teni
Hace ya varios años, después de un fallido curso de interpretación de la música impresionista de Debussy, mi maestro me acompañó hasta la puerta de su departamento y enseguida me recomendó dar una vuelta por el museo de Orsay, y empezar así lo que sería hasta hoy, un largo e inagotable trabajo de incorporación de imágenes y sensaciones a través del movimiento de las artes visuales.
A medida que se deja el terreno de las artes del espacio para entrar en el de las artes del tiempo, la noción de Impresionismo se vuelve más dificil de delimitar. En música, ya no se puede definir en términos visuales la pasión por la luz y las tendencias a la movilidad, pero se les puede buscar equivalentes y de una manera más general tratar de encontrar ya sea en ciertos aspectos precisos del lenguaje o en ciertas orientaciones del sentimiento, algo que haga pensar en el Impresionismo Pictórico.
El Impresionismo musical caracterizado aparece a finales del siglo XIX, y es a Claude Debussy sin lugar a dudas, a quien se reivindica el gusto naciente por un nuevo estilo. Este sin embargo rechazaba el calificativo de Impresionista. A mi parecer, cuando se habla del impresionismo de Debussy, el término resume más bien un ensamble global de la obra de Debussy.
¿ Qué se le puede otorgar al Impresionismo en la obra y en el arte de Debussy ? Una fuente importante de su inspiración se encuentra en la naturaleza, desde el Preludio "Tarde de una fauna (1894) hasta "El mar" (1905) y las obras que seguirán. A pesar de que las intenciones del músico no son esencialmente descriptivas, hay de todas formas lazos sólidos entre la música y el recuerdo de las impresiones percibidas frente a la naturaleza. Si Debussy no es el primero ni el último en transcribir o transformar en música las sensaciones visuales y auditivas que son el resultado de una presencia frente a la naturaleza, la insistencia con la cual él se deja ir haciendo ese trabajo hace evidentemente pensar en la primacía que los pintores impresionistas dan al paisaje. No sería arbitrario en esta óptica, de evocar, «las marinas» de Monet a propósito de «El Mar», o las vistas de «La grenouillère» (lugar con ranas), del mismo pintor a propósito de «Los reflejos en el agua» de Debussy. La predilección común de la música de Debussy y de la pintura impresionista por el agua no pueden sino reconfortar las relaciones que parecen darse entre ambas artes. Estas obras de Debussy al igual que «los jardines bajo la lluvia» y mas tarde sus Preludios, despiertan - que el músico lo haya querido o no - imágenes visuales asociadas a veces, en el caso de «El Mar», a conceptos auditivos no específicamente musicales; y no son imágenes superficiales por decirlo así: anecdóticas, porque Debussy hace sentir, por ejemplo en «Nubes» (1899) o en «El Mar», el movimiento mismo de las cosas, y a veces, el soplo vital que anima y levanta los elementos. Algunos de estos propósitos confirman por otra parte, la orientación de su música en relación a la naturaleza. Es precisamente lo que hacen a su manera los pintores impresionistas, ya que cuando ven en la luz la esencia misma de la realidad, es decir el principio creador de las cosas visibles, van más lejos que la simple retención de imágenes y apariencias y hasta en algunos de ellos, particularmente en Monet después de 1900, un sentimiento que se podría calificar de «cósmico» exalta la visión. Se podría entonces decir que recíprocamente, los pintores impresionistas representando la transformación perpetua de la luz, dan una especie de equivalencia del desarrollo en el tiempo del discurso musical. Este encuentro de la pintura y de la música en la evocación del movimiento de las cosas es significativo de una presencia en común del Impresionismo.
La música de Debussy, no es sin embargo imitativa, y hablando estrictamente, el impresionismo musical puede ser directo únicamente cuando trabaja sobre datos sensibles de orden auditivo. Si el compositor tiene en su memoria las sensaciones visuales, puede entonces dar equivalencias y su impresionismo toma de hecho, cierto carácter abstracto, y si se quiere, hasta metafórico. Efectivamente son los equivalentes sonoros del espectáculo visual que proporciona la música de Debussy y que organiza según sus propias conveniencias. Esta equivalencia no se queda puramente genérica, más bien produce en el lenguaje musical ciertas formas de escribir y componer que podemos comparar a las maneras impresionistas de pintar… Por ejemplo, el empleo corriente de disonancias que crean una harmonía inédita, al igual que en los pintores la harmonía es suscitada por el procedimiento insólito de la yuxtaposición de tonos puros, diferentes, y a veces distantes los unos de los otros.
La música de Debussy se apropia del ritmo espontáneo que perpetúa el desarrollo de ciertos enlaces sonoros, respondiendo así, a los aspectos significativos de la pintura impresionista. No sería por lo tanto y en ningún caso arbitrario considerar el Impresionismo como uno de los ingredientes del arte de Debussy. ¿Es posible descubrir esta presencia en otros músicos de los últimos decenios del siglo XIX ? Se podría pensar en Chabrier, quien pertenecía a la generación de los pintores Impresionistas, que era amigo de estos y que coleccionaba sus cuadros. Parece ser que Renoir lo consideraba como un músico impresionista, esto me hace pensar en sus «Piezas pictóricas» (1881) (aunque estas en realidad no revelan un impresionismo caracterizado) Se puede también encontrar un eco impresionista en Fauré, particularmente en su «Balada para piano y Orquesta» (1879). El arte de Fauré no es sin embargo un arte de la "Sensación", por lo que sería más prudente catalogarlo en su esencia, como extranjero al Impresionismo. Ravel pertenece a una generación más joven, aunque su obra se extienda sobre todo en el siglo XX. No es sin embargo prohibido hablar de Impresionismo en sus primeras composiciones como «La Habanera» (1895) o los «Juegos de Agua» (1901) que están rodeados de cierta atmósfera Impresionista. Fuera de Francia la música permaneció bastante ajena a un verdadero Impresionismo. Es necesario recordar por una parte, que el impresionismo pictórico, creación esencialmente francesa, no fue en otros países sino un arte de importación, recibido distintamente y según las regiones, y que logró difícilmente hacer sentir su influencia fuera del dominio de las artes visuales. Hay que notar por otra parte, que el Impresionismo musical apareció en Francia de manera tardía y que no pudo extenderse afuera antes del finales del siglo XIX. Las pocas huellas del impresionismo que se encuentran en el extranjero son particulares a ciertos compositores de esta época: R.Strauss, Gustav Mahler, Schönberg o Grieg, y aunque estos se refieran más que nada a un impresionismo genérico derivado de otras fuentes, es sólo después de 1900 que se manifestará verdaderamente, y pensando en la influencia de Debussy, un Impresionismo específico.
Lo mismo sucede con la literatura. Solo en Francia se pueden encontrar igualmente algunas manifestaciones del impresionismo literario. Es significativo que los escritores que mostraron abiertamente un interés por los cuadros impresionistas, como Zola, Huysmans o Mirabeau, no se hayan dejado atraer cuando escribían sus novelas por la estética que inspiraba a estas pinturas. A pesar de que se hayan inspirado a veces de los cuadros impresionistas para traer la descripción de las cosas o los personajes.
Son más bien los lazos tejidos entre la música y la poesía los que sería interesante resaltar, y particularmente el hecho de que Debussy haya traducido en música los poemas de Mallarmé y Verlaine. Es natural por una parte, inducir cierta afinidad entre esta música y aquella poesía, pero otra cosa es saber en que medida esta afinidad tiene un color impresionista, y lo que probablemente se pueda poner en ellos como derivado del impresionismo, (vuelvo a lo dicho) es el lugar que ocupa la sensación. Verlaine yuxtapone sensaciones de toda clase en donde los sonidos de la naturaleza están evocados con gracia y sutileza. Es comprensible que Debussy haya tratado de prolongar estas evocaciones en sonidos musicales, enriqueciendo la atmósfera impresionista que rodea a estos poemas. Otro rasgo que se aparenta al impresionismo, es el carácter discontinuo del verso, sensible en Verlaine y más aún en Mallarmé, el ritmo poético adquiere así mobilidad, y una fluidez que evoca los trazos de la pintura impresionista. La serie de «Paisajes Belgas» (1872) en los «Romances sin palabras» de Verlaine son particularmente característicos del arte que sugiere las cosas que están cambiando la expresión a través de la discontinuidad del verso.
Los ritmos entrecortados, la sintaxis rota, son los prosistas quienes dan el ejemplo. En los hermanos Goncourt se ha señalado desde hace mucho tiempo el carácter impresionista al escribir, (incluso se ha disertado acerca de "la sintaxis impresionista de los Goncourt") En realidad estos, tienen el mérito de haber sido los precursores y de haber practicado el impresionismo antes que los pintores, ya que pertenecen a una generación antigua en donde se empezó a escribir a principios de la segunda mitad del siglo XIX. Estos, rechazan la regularidad de la frase y la continuidad en las descripciones y los análisis, porque quieren que su escritura traduzca con fidelidad la profusión de detalles pictóricos y los cambios perpetuos de la vida. Su «Diario» comienza en 1851 en un momento en que los futuros pintores impresionistas están empeñados en elaborar una nueva forma. Existe entre los escritores y pintores de la época un compromiso íntimo entre las modalidades del lenguaje y de la naturaleza de lo que se expresa. Los Goncourt son observadores fervientes de la Modernidad; rasgo común al naturalismo y al impresionismo. Sería entonces necesario, considerar a los hermanos Goncourt como auténticos representantes del impresionismo, y hasta de contarlos dentro de los inventores de esta nueva estética.
En la generación siguiente se puede encontrar efectivamente cierto impresionismo en la literatura de Daudet, y sobre todo en su copilación de cuentos "Cartas de mi molino" (1869), en su manera de escribir imágenes instantantáneas que traducen con espontaneidad un boceto de impresiones vivas, aparentando su visión a la de los pintores impresionistas. Un poco más tarde Loti aparece más ligado aún al impresionismo en sus novelas: "Aziyade" (1879) "Mi hermano Yves" (1883) "Pescador de Islandia" (1886) o en sus recuerdos de viaje: "Isaphan", 1904. Este, evoca como los Goncourt la realidad por medio de la discontinuidad y hace de sus libros un espejo de sensaciones. Sensaciones que se escapan, que sugieren más de lo que describen, pero sensaciones sobre todo vibrantes. Los modos impresionistas se prolongarán en otros prosistas de los cuales la obra literaria pertenece primordialmente al siglo XX, como Proust o Colette. Se puede de hecho, llegar fácilmente a la conclusión de que el Impresionismo es un fenómeno que afecta esencialmente a la Pintura. Es ahí donde encuentra su forma, y a pesar de que la literatura haya demostrado un poco antes las mismas características, es en todo caso en la pintura en donde suscita testigos a la vez numerosos y extraordinarios en su desarrollo. Los otros campos de actividad creadora no cuentan mucho. La arquitectura y la escultura están brevemente o casi nada relacionadas a este movimiento. La música deja ver ciertos modos que pueden, sin abusar del término, ser vistos como impresionistas, pero estos se limitan más que nada a Debussy. En cuanto a la literatura, el impresionismo se deja llevar por ciertos poetas y prosistas en los cuales este movimiento no es más que un elemento del arte. La preponderancia de la pintura es en conclusión: incontestable. Por otra parte el Impresionismo es un fenómeno sobre todo francés. Es en Francia que nace y es ahí mismo que da sus frutos más notables. El impresionismo lleva en sí, una manera más general de invocar su presencia fuera de los límites de lugar y tiempo en el que se desarrolló. El Impresionismo resuena en el tercer cuarto del siglo XIX como un llamado a la libertad. No es el primero, puesto que las dos revoluciones, romántica y realista, llevaban ya a las fuerzas libertarias. El Impresionismo establece la autonomía de la pintura, concediendo la idea de que el cuadro existe por sí mismo. En las otras artes el Impresionismo abre también las puertas de la libertad, puesto que emancipa la escritura musical separándola de las normas tradicionales de la harmonía consonante y de la continuidad del discurso. Libera también el idioma de los prosistas y de los poetas de las reglas convencionales que rigen la sintaxis. Este fermento de libertad que anima la creación estética más allá de 1900 me hace pensar con bastante reserva que el Impresionismo se desata de los lazos que hasta entonces retienen la nave del arte a las orillas de la tradición, dejándola navegar hacia tierras desconocidas en un viaje sin fin. Tal vez también el Impresionismo haya marcado una nueva huella de sensibilidad y de comportamiento de los hombres, modificando así existencialmente y a fondo, las orientaciones y los ritmos de la vida contemporánea. El siglo XX llega. Cargado de innovaciones y artes que reivindican; y que a su vez, también pasarán dejando nuevas huellas…
París, Verano del año 2001.
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