De niños pescábamos nubes blancas en el reflejo de una laguna. Teníamos un cayuco desde donde tirábamos el anzuelo que jamás subió con un pez, sólo con nubes hechas de noviembre. Fuimos creciendo y aquél cayuco de trancas no pudo más con nuestros años. Las nubes que talábamos a diario abrieron un camino hacia la superficie por donde libres subieron plesiosaurios.
Hoy la laguna es un pantano. Nosotros tenemos miedo y el cielo siempre esta gris. Las nubes que aún viven en el granero se han enmohecido, y sin embargo cuando las observamos a través de la luz de una vela, vemos el color de la lluvia añeja que guardan, y el color celeste de aquel cielo al que ahora le ha dado por no perder más nubes de algodón en ningún lago.
***
Los buenos pescadores son aquellos que respetan la naturaleza del océano. Son los niños que sin decirlo padecieron de lactancia en los brazos de una sirena.
***
Se supo en un puerto lejano
del noble corazón de las sirenas
porque iban a morir al igual que las ballenas
a la bahía en que naufragara un barco de niños piratas y tiranos.
***
Mi hermana lloraba, porque decía que queriendo curar
las patas a un ave enferma, le había herido las alas,
y ahora las nubes estaban manchadas de rojo.
***
Las botellas que flotan con un mensaje
no tienen ninguna esperanza, pero siempre están
rodeadas de azul.
***
De los dos pasajeros del aeroplano que naufragó en la bóveda celeste sólo uno sobrevivió al encontrar una nube desierta, pero nunca quiso enviar un mensaje en aquella botella que siempre reflejaba el azul empíreo. No quiso lanzarla nunca, por miedo de que cayera al océano y alguien la confundiera con la del náufrago terrestre que había perdido una botella con el azul del mar.
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Mi hermana lloraba, porque decía que queriendo curar
las patas a un ave enferma, le había herido las alas,
y ahora las nubes estaban manchadas de rojo.
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Las botellas que flotan con un mensaje
no tienen ninguna esperanza, pero siempre están
rodeadas de azul.
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De los dos pasajeros del aeroplano que naufragó en la bóveda celeste sólo uno sobrevivió al encontrar una nube desierta, pero nunca quiso enviar un mensaje en aquella botella que siempre reflejaba el azul empíreo. No quiso lanzarla nunca, por miedo de que cayera al océano y alguien la confundiera con la del náufrago terrestre que había perdido una botella con el azul del mar.
Marlon Meza Teni.
Miettes de lune / Noches de pan con luna
Poèsie
Editions L'Harmattan. Paris 2004.
Poètes de cinq continents.
Miettes de lune / Noches de pan con luna
Poèsie
Editions L'Harmattan. Paris 2004.
Poètes de cinq continents.
2 comentarios:
Me gusta esto que leo.
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